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jueves, 9 de junio de 2016

Lo merecemos

lo merecemos todo
el diente y la uña y el hongo olvidado
el halo del sol más allá de nuestra felicidad
pero secándonos las camisas pegadas al cuerpo
mojadas con la sal merecida
del sudor merecido
de la carrera a través de la fuente danzarina

perder pie en la bastilla
y no comprender wyoming ni el far far west
y mereceríamos el corredor de la muerte
o la misma muerte alcanzándonos en la estrada malamente vacía

vivir en pelotas
y morir en el salvador
y no morir jamás
y no haber nacido
y escribir acerca de las constelaciones
para que no falten en los pseudopoemas
de lo merecido malos poetas que también
of course
somos

merecemos el brillo diminuto del ardid del manco de jicacal
y la mismísima muerte que del brazo muerto se lo llevó
la vendetta del mar
y las pulgas trepadoras de su perro anciano
merecemos revolcarnos en celo
beber nuestra sangre de vampiros enanos
y hacer que los últimos pervertidos lloren / como niños
en medio del cine porno
el día de todos los santos
          el celibato eterno
y la sodomía de los antiguos rastros
la saliva espumosa del borracho que somos en las pulquerías
el pan ázimo
y la rinoplastia
la circuncisión
la ablación
pasar sin dejar de pasar
alcanzar el desgarro del zombi
y el vuelo negro del murciélago
que le rasca las orejas a las hojas secas
y cruza el silencio del fruto a punto de caer

morir, como dicen que andan los de saltillo
encobijados
que nos ladren los perros y se nos hunda el paladar
bajo un mar de lodo
y una vida de polvo y pelos
creciendo tiernamente en el refrigerador

el gobierno que no tenemos
y el que tenemos, como una muerte violenta, lo merecemos.
la soledad hirsuta contemplando desde el borde de la esquina
y el desierto de mirar los ojos sorprendidos de tantas chicas
operadas por un doctor mengele del centro de la ciudad de méxico
creador de cuerpos inimaginables
para las fantasías de sus machos amamantados de solvente y sol
siempre pegados a la ubre de caña que los abrasa amorosamente

merecemos    de la esfinge la nariz derruida
de tanto esnifar coca comprada en cualquier esquina de tlalpan
ojos abiertos   bogando más allá de sus órbitas
orejas que miran con sorpresa interminable
ser ancianos
y un día dejarlo todo
todo lo merecido xxx
como quien abre la mano alrededor de la soga
en un pequeño
e invisible
gesto de generosidad

Autoría: Draupadí de Mora (méxico. 1984)
Licenciada en Lenguas por la UNAM

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