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lunes, 16 de mayo de 2016

( Dos Poemas )

LA SANGRE

Los médicos escuchaban con el estetoscopio
el paso rumoroso de nuestra sangre, lo escuchaban
como una revelación que nunca comparten, no dicen
con alegría: tu sangre no ha huido.

La sangre puede huir. Los órganos están fijos,
palpitando en su profunda oquedad, pero la sangre
puede salir de su límite, franquear la piel y saltar
al mundo.

Si la sangre huye sabrá remontar colinas
así como se extiende abundante y silenciosa
por el hígado, sabrá fluir por los arcos de los puentes
así como avanza por las esclusas del corazón,
sabrá pasar bajo las raíces enmarañadas de los sauces
así como pasa entre la arboladura de los pulmones.

La sangre puede inundar todos los paisajes.

La sangre de los asesinados va delante de nosotros
y vibra
como un horizonte infame.  

EL ÁRBOL

En el bosque que bordea la carretera
un árbol ha desenterrado una de sus poderosas raíces
                   para abrazar una peña blanca.
La tierra no le fue suficiente:
                    la raíz es una extremidad
donde el árbol se apoya para subir aún más alto.

No conozco el nombre del árbol
pero sus largas ramas caen lacias y rápidas
                    como una cascada
                                sobre la peña.

El árbol sube y cae al mismo tiempo,
pero para nuestros ojos
           este doble movimiento es uno solo.

Mejor ven a la carretera, 
la mismidad del doble movimiento del árbol
sólo se resolverá limpiamente en nuestros ojos.
_______________________

Autor:  José Watanabe.  Nació en Laredo, Perú, el 17 de marzo de 1945.

Los ojos de este poeeta ven cosas que la cámara no capta, su visión no es sólo atributo de la mirada, una visión como de banderas detrás de la niebla, como una rendija que rasga las apariencias.

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