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sábado, 30 de julio de 2016

El resplandor


tú en la madera
quiero que vivas en la madera del violín del desierto
alguien da órdenes a la luna
pero nada resplandece
si me muevo es de noche
si no me muevo es de noche
en el silencio están cavando un túnel para matar
no me calma la sonrisa ni su fijeza
en los dientes cada vez más blancos
de las Azafatas y de los Ministros
ciudades amarillas negras me arrastran
de un cuerpo a otro de un tren a otro
de un hospital a otro
(las enfermeras traban mi corazón
y me recortan en forma de mano que grita)
no puedo reunir mi alma
carteles luminosos titilan crímenes
se está borrando del suelo
el leve tatuaje de la aurora
esta ciudad tiene muros
y hombres muertos en la niñez de los árboles
yo me hechizo con los agujeros del fin del mundo
pero tú en la madera
quiero que vivas en la madera del violín del desierto
qué sonido furioso mientras hablo
expulsa al narrador de la pradera
qué lanas durmientes abren ese cuento
comido por la nieve
hablo con el motín de los perros del silencio
y las rodillas nucleares de la aurora
hundidas en el agua de los secretos
pero tú quiero que vivas
en la clarividencia del furor de las hierbas
dotado de alegría
y de un habla de emergencia para calmar
el fondo de la noche
ahora que escuchas a una mujer
que cruza con sus medias de fuego
el aire cada vez más oscuro
ahora que incubas por última vez
el llanto de todos los hombres
Dolores Etchecopar (Argentina, 1955), dedicó este poema a Andreï Tarkovski 
"Escribo para respirar, por rebelde, por amor, para salir de mi soledad sin traicionarla". D.E. 

Furtivos entre las olas

nereidas
Surca furtiva mi barca la mar
que nadie sepa que la llevo,
quiero una cala solitaria
allí recoger la vela, el timón,
echar el rizón , soltar amarras.
Tenerte en mis brazos
al compás de la marea
mezclar los sabores salados
del mar y de tu cuerpo:
yodo, salitres , algas y brea
Que se enteren los vientos
de lo mucho que te quiero
Y lo supo la mar
y lo cantaron las olas
y aún lo van susurrando
¡Y se grabó en las caracolas!
y aprendió a gemir la mar
y supo lo que la quiero
que desde aquel apasionado yogar

¡También gime la mar ....marinero!



Andrés López - Galicia
"Me gusta pensar, escribir, comunicar, trabajé en minas de lignito, en la construcción de obras públicas, en la mar..." 

domingo, 24 de julio de 2016

Y el fondo


    
Cuando la forma comienza a declinar aparece el fondo. 
Se adelgazan las paredes, se afina la membrana, la noche extensa, sencilla o intrincada de la forma. 
El fondo se opaca, entonces comparece.
Hay un instante de atraso, de desfasaje entre la forma y el fondo y es allí donde se ve su orilla, su materia dispersa, su líquido sin continente. 

Espesura, densidad opaca.
Un punto. El punto concentra el fondo, el fondo despojado.
La intemperie como una precipitación en el seno de un líquido, como un cuerpo extraño. 

Pero el fondo siempre estuvo en la forma, la pulpa en la fruta, el agua en el vaso, la carne con sus linfas en el cuerpo. 
El cuerpo dentro del mundo. El mundo dentro del cuerpo.
Pues abandonada la forma queda una circularidad, una huella.
 
Cuando la forma comienza a declinar, aparece el fondo.


Rafael Courtoisie - Uruguay - 1958