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martes, 28 de junio de 2016

Acerca de las cosquillas

[Mary O'Donoghue]. Photograph by Miguel Rivera.
Imposible hacerse cosquillas.
Fracaso, inquietante pequeñez
alfiler entre las costillas,
ay, molesta

con la misma
indignación del escozor

de una cascarita que
demasiado pronto
retiramos del beso
de una herida.

Necesitamos las manos
de otros, guitarristas
para el rítmico rasgueo,
ostinato de peldaños

en la escalera de los huesos,
que suene el marfil

con una atención
oh tan aguda a la nota
dar con el acorde, astillas
del naufragio, pentagrama roto

en lo profundo, hasta que
nos ondulamos fetales,

erizo sin espina,
una bola que chilla,

odia y desea,
otro arpegio.

Mary O`Donoghnessy, (1975), poeta irlandesa, nos revela que para producirnos cosquillas siempre necesitamos del Otro.

sábado, 25 de junio de 2016

Insomnio

Brian-Boru-en-la-Batalla-de-Clontarf
De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche,
para que no la revienten y la desfonden
las muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.
Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
en vagones de largo ferrocarril,
en un banquete de hombres que se aborrecen,
en el filo mellado de los suburbios,
en una quinta calurosa de estatuas húmedas,
en la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre.
El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.
En vano quiero distraerme del cuerpo
y del desvelo de un espejo incesante
que lo prodiga y que lo acecha
y de la casa que repite sus patios
y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
de callejones donde el viento se cansa y de barro torpe.
En vano espero
las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.
Sigue la historia universal:
los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales,
la circulación de mi sangre y de los planetas.
(He odiado el agua crapulosa de un charco,
he aborrecido en el atardecer el canto del pájaro)
Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración,
no se quieren ir del recuerdo.
Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de
plata fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.
Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún
muerto,
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o
muertos
-aunque se oculten en la corrupción y en los siglos-
y condenarlos a vigilia espantosa.
Toscas nubes color borra de vino infamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados. 

Jorge Luis Borges  -  Adrogué, 1936

domingo, 19 de junio de 2016

Desde la frontera de la escritura

La tensión y la nada ciñen aquel espacio
cuando el coche para en el camino, las tropas revisan
modelo y chapa y, mientras uno de ellos asoma la cabeza
por tu ventanilla, te das cuenta de que hay más
en una colina distante, apuntando fijo con fusiles amartillados
que te mantienen bajo control
y todo es pura interrogación
hasta que alguien mueve el rifle y uno acelera
con fingida despreocupación.
Un poco más vacío, un poco gastado,
como siempre, por ese estremecimiento del yo,
sojuzgado, sí, y obediente.
De modo que sigues manejando hasta la frontera de la escritura
donde vuelve a suceder. Los fusiles en los trípodes;
el sargento con el transmisor repitiendo
tus datos, esperando para darte paso;
el francotirador, como un halcón
apuntándote incómodo por el sol.
Y de pronto te dejan seguir, acusado pero libre,
como si hubieras pasado desde atrás de una cascada
a la corriente negra de una ruta de asfalto
dejando atrás carros blindados, por entre soldados apostados
que se reflejan como sombras de árboles contra el parabrisas lustrado
y se alejan.

Autor: Seamus Heaney. Irlanda.Premio Nobel 1995

jueves, 16 de junio de 2016

Habito en el corazón de la roca




Habito en el corazón mismo de la roca.                            
Aquí siempre es de noche,
los nombres están huecos,
uno puede agitarlos y  es nada lo que escucha.
La derecha es la izquierda,
cualquier cumbre,
el anegado lecho de un río abandonado.
Vacía es la entraña de lo oscuro.
En el corazón mismo de la roca habito,
y no habito tampoco en cierto modo.
No hay nadie más respecto al cual yo pueda distinguirme,
al que implorar, gritar
o acariciar.
Estoy sola aquí abajo,
sola.
Mi boca,
que fue hecha para besar la herida,
o el poro que se expande al calor de los labios,
está llena de tierra.
Mi boca, hecha para besar.
¿A dónde habrán ido a parar los besos que no he dado?
Mas no he muerto,
eso creo.
Siento el dolor como si fuera virgen,
el lacerante tajo
que implacable retorna,
como una violación.
Así que no estoy muerta, no lo estoy todavía.
Y, sin embargo, exactamente sé
a qué sabe
el instante previo de la muerte.

Autor:  María Jesús Mingot, madrileña. Doctora en filosofía.

lunes, 13 de junio de 2016

Vaga Vega (Huelga Vega)


Vaga Vega  (en su idioma original)        

A cada bel un brau,
a cada bri un buf,
a cada baf encens,
a cada ras un buit.
A cada res un molt
i a cada mòlt, espès.
A cada anyell la pell
que estava pla el bres.
A cada rai un peix,
a cada raïm un gra,
a cada gra un granot.

Quan pec no pac i puc
un poc i qualque pic
ric-rac em fa el xorrac
amb barres de xoric.
Ai, si jo fora ric,
passaries poc fum
de fam i gens de fems
tendries per Nadal.
Pomada en els cabells
i una mica en els dits
rosats per mor del frec
dels inflats cercadits. 
____________________

Huelga Vega  (Traducido)

En cada bel un toro,
cada hebra un soplo,
cada vaho incienso,
cada raso un vacío.
En cada nada un muy
ya cada molido, espeso.
En cada cordero la piel
que estaba plano el bros.
En cada rayo un pez,
cada uva un grano,
cada grano un rana.

Cuando ped no pac y puedo
un poco y algún pico
rico-rac me hace el serrucho
con barras de chorizo.
Ay, si yo fuera rico,
pasarías poco humo
de hambre y nada de basura
tiendas para Navidad.
Pomada en el pelo
y un poco en dichos
rosados por mor del roce
de los hinchados cercadits. 
____________________

Autor:  Guillem d´Etak. (Nació en Río Muni, Guinea Ecuatorial, 1929. Vive en Palma de Mallorca. Cantante, actor y escritor en lengua catalana. Su obra se nutre de la música popular mallorquina, el blues y el jazz. 


jueves, 9 de junio de 2016

Lo merecemos

lo merecemos todo
el diente y la uña y el hongo olvidado
el halo del sol más allá de nuestra felicidad
pero secándonos las camisas pegadas al cuerpo
mojadas con la sal merecida
del sudor merecido
de la carrera a través de la fuente danzarina

perder pie en la bastilla
y no comprender wyoming ni el far far west
y mereceríamos el corredor de la muerte
o la misma muerte alcanzándonos en la estrada malamente vacía

vivir en pelotas
y morir en el salvador
y no morir jamás
y no haber nacido
y escribir acerca de las constelaciones
para que no falten en los pseudopoemas
de lo merecido malos poetas que también
of course
somos

merecemos el brillo diminuto del ardid del manco de jicacal
y la mismísima muerte que del brazo muerto se lo llevó
la vendetta del mar
y las pulgas trepadoras de su perro anciano
merecemos revolcarnos en celo
beber nuestra sangre de vampiros enanos
y hacer que los últimos pervertidos lloren / como niños
en medio del cine porno
el día de todos los santos
          el celibato eterno
y la sodomía de los antiguos rastros
la saliva espumosa del borracho que somos en las pulquerías
el pan ázimo
y la rinoplastia
la circuncisión
la ablación
pasar sin dejar de pasar
alcanzar el desgarro del zombi
y el vuelo negro del murciélago
que le rasca las orejas a las hojas secas
y cruza el silencio del fruto a punto de caer

morir, como dicen que andan los de saltillo
encobijados
que nos ladren los perros y se nos hunda el paladar
bajo un mar de lodo
y una vida de polvo y pelos
creciendo tiernamente en el refrigerador

el gobierno que no tenemos
y el que tenemos, como una muerte violenta, lo merecemos.
la soledad hirsuta contemplando desde el borde de la esquina
y el desierto de mirar los ojos sorprendidos de tantas chicas
operadas por un doctor mengele del centro de la ciudad de méxico
creador de cuerpos inimaginables
para las fantasías de sus machos amamantados de solvente y sol
siempre pegados a la ubre de caña que los abrasa amorosamente

merecemos    de la esfinge la nariz derruida
de tanto esnifar coca comprada en cualquier esquina de tlalpan
ojos abiertos   bogando más allá de sus órbitas
orejas que miran con sorpresa interminable
ser ancianos
y un día dejarlo todo
todo lo merecido xxx
como quien abre la mano alrededor de la soga
en un pequeño
e invisible
gesto de generosidad

Autoría: Draupadí de Mora (méxico. 1984)
Licenciada en Lenguas por la UNAM

miércoles, 8 de junio de 2016

Instrucciones para incendiar una ciudad.




Ama a tu ciudad como si fuera tu sangre
pero no temas
a los cuchillos de las esquinas
porque inevitablemente
sabrán llegar
 a tu carne
ama con rabia a sus habitantes
describe sus movimientos
utiliza tu libreta de notas como atizador
lleva un catastro
de todos los desastres cotidianos
que veas al pasar
comprende que la soledad y el dolor
también se reflejan en las vitrinas
sus luces encandilan
al igual que el brillo 
que provocan los pisos encerados
de los supermercados.

_______________________________

No veo revoluciones en las miradas de los pasajeros de este bus
veo democracias tan partidas como la mano de los obreros
que acumulan rabia en las botellas para beberlas en los asientos traseros
veo miradas tan largas como número de cuotas bancarias
dejando en las ventanillas el vaho de los bailes interrumpidos.

Entre tanta libertad --de los mercados o lo que fuera--
quedamos cada vez más presos, como perfecta compaginación
de un libro que se quema
a sí mismo.     

______________________________

Autor: Jorge Luis Navarro Honores. Chileno, 1986. Bibliotecario.

Hay que inventarse el incendio de una ciudad que no existe, para salir de la alienación de la que sí existe.  

martes, 7 de junio de 2016

La Verdad


En un  rapto de circunstancia la hemos descubierto
tardando tanto
deshabitada 
enorgullada 
perdonándonos a nosotros mismos
por su furtivismo vaticinador
tras la frondosidad del verde
la buscábamos bajo el timo de una playa soleada
hasta la tromba del bosque en llamas
hasta la aglomeración aturdida en plan de torcedura
hasta esa contorsión debidamente legada
hasta el fin de la tontada
para desdecirnos de todo
gusano de la conciencia
aprendimos que ella espera siempre
lejos del realce
al abrigo de la condición
asilada por lo patente.


Autor del poema:  Juan de la Jota. Buenos Aires
Autor de la obra plástica: Rafael Sanzio de Villa Farmesina. "El triunfo de Galatea", representa la única verdad del sinceramiento platónico frente al carnal. 

sábado, 4 de junio de 2016

Hombro



Desde pequeña amó el agua.
El dedo cercenando la corriente,
la instantánea noción de la frescura
significaban estar viva.
Había esperanza fuera
de la introspección,
fuera del parqué y de las almohadas.

Ahora un hombro.
Tostada región objeto
de labios, ahora un hombro
como estímulo cumbre, irreverente
hombro
escapado de la manga.
Conocimiento de la brisa.

Hombro y melena.

Por la piel nos punza el velo.  

María García Díaz. Oviedo (nac. 1992)
Graduada en física. Violinista. Poeta.
Su estética se destaca con tal fuerza fecundante, que es atravesada por el arte musical y la ciencia.